USO DE LA FUERZA EN EL DERECHO INTERNACIONAL
ANÁLISIS DE CASO: GUERRA DE IRAK 2003
Por
Juan David Ortiz Gallego
(Estudiante del curso de Derecho Internacional Público en la UdeA)
CONTEXTO
Para comenzar a hablar de la guerra de Irak de 2003, si bien se puede identificar una multiplicidad de situaciones que armonizan el contexto de dicho conflicto, salen a relucir dos situaciones claves:
La primera de ellas, sin lugar a dudas es la guerra de Irak de 1990, también conocida como Guerra del Golfo Pérsico, iniciada por la invasión de Irak a Kuwait, ocurrida el 2 de agosto de 1990. Efectuada tal ocupación, el Consejo de Seguridad (en adelante CS) de la Organización de Naciones Unidas (ONU) dicta varias resoluciones en las que se rechaza la misma y se hace un llamado a Irak para que procediera a su retiro inmediato (Rodríguez González, 2007, p. 486).
El 29 de noviembre de 1990 se expide la Resolución 678, mediante la cual el CS invoca el Capítulo VII de la Carta de la ONU, el cual se refiere a las posibles acciones en caso de amenazas a la paz, quebrantamientos de la paz o actos de agresión. Señala expresamente en su numeral 2º:
Autoriza a los Estados Miembros que cooperan con el Gobierno de Kuwait para que, a menos que Irak cumpla plenamente para el 15 de enero de 1991 o antes las resoluciones que anteceden, como se indica en el párrafo 1 de la presente resolución, utilicen todos los medios necesarios para hacer valer y llevar a la práctica la resolución 660 (1990) y todas las resoluciones pertinentes que la siguieron y para restablecer la paz y la seguridad internacionales en la región (Consejo de Seguridad, 1990).
Llegada esa fecha, el 15 de enero de 1991, Irak no hace caso a las advertencias del CS, por lo cual el 17 de enero siguiente se inicia la confrontación con un ataque aéreo, seguido con ataques terrestres. Todo termina el 3 de abril de 1991, cuando el CS expide la Resolución 687, mediante la cual se establece un alto al fuego formal entre Irak, Kuwait y los demás Estados, y se le imponen importantes sanciones a Irak, entre ellas la obligación del desarme bajo supervisión internacional (Rodríguez González, 2007, pp. 488-489).
Sea necesario aludir que dicha intervención militar, en ese contexto específico, puede considerarse justificada, teniendo de presente que quien inició el conflicto fue el propio estado de Irak, al comenzar una ocupación en Kuwait, lo que acertadamente fue calificado por el CS en la Resolución 660 como “un quebrantamiento de la paz y la seguridad internacionales” (Consejo de Seguridad, 1990); escenario que, al amparo del artículo 42 de la Carta de la ONU, admite el uso de esta clase de medidas, claro está, luego de surtidas las iniciativas no militares.
La otra situación eje del contexto, la constituyen los ataques terroristas que sufre Estados Unidos (en adelante EEUU) el 11 de septiembre de 2001, ataques atribuidos al grupo terrorista Al Qaeda. El 28 de septiembre de 2001 el CS expide la Resolución 1373, en la cual rechaza dichos ataques y hace mención al derecho de legítima defensa de los estados, así como la necesidad de luchar contra toda clase de terrorismo; dándole así carta blanca a EEUU para cualquier acción retaliativa e iniciando la cruzada internacional contra el terrorismo (Rodríguez González, 2007, pp. 500-501).
Pese a que no se pudo establecer vinculación directa del régimen talibán -que para ese entonces gobernaba Afganistán- con el grupo terrorista Al Qaeda, el 7 de octubre de 2001 se da inició a la operación denominada “libertad duradera”, en donde EEUU, con un buen número de países aliados, inicia el conflicto con el argumento que el régimen talibán no realizó los esfuerzos suficientes para colaborar con la entrega del líder del grupo de Al Qaeda, Osama Bin Laden.
Si bien este conflicto merece su propio análisis, en especial frente al hecho de atacar a un estado, responsabilizándolo por las acciones de un grupo terrorista que opera en su territorio, invocando la legítima defensa; para efectos del presente análisis, se hace importante tan solo para establecer el clima sociopolítico que se respiraba en los inicios de la primera década de los años 2000, principalmente en EEUU, que se caracterizó por un espíritu de hostilidad contra todo lo relacionado con la región de Oriente Medio, no solo Afganistán.
JUEGO DE RESOLUCIONES
Tal como ya se expuso, el 3 de abril de 1991 el CS expidió la Resolución 687, mediante la cual, ente otros aspectos, se le imponen importantes sanciones a Irak, entre ellas la obligación del desarme bajo supervisión internacional, desarme que se refirió a las armas de destrucción masiva, nucleares, químicas y biológicas.
Posteriormente se producen importantes pronunciamientos por parte del CS en torno al incumplimiento de Irak de las sanciones impuestas, desembocando en la Resolución 1441 del 8 de noviembre de 2002, en donde finalmente se declara que Irak “ha incurrido y sigue incurriendo en violación grave de sus obligaciones con arreglo a las resoluciones adoptadas en la materia” (Consejo de Seguridad, 2002). Incumplimiento que se predicaba, especialmente, por la aparente fabricación de armas de destrucción masiva o nucleares.
En este punto es necesario resaltar que la Resolución 1441 se limitó a declarar el incumplimiento de Irak de las obligaciones impuestas en la Resolución 687; más en ninguno de sus apartes autoriza “el uso de todos los medios necesarios” para inducir su cumplimiento, que es el único lenguaje reconocido por el CS para el uso de la fuerza (Rodríguez González, 2007, p. 490). De acuerdo con Rodríguez Gonzalez (2007, p. 490), luego de semanas de deliberación por parte del CS, EEUU y el Reino Unido intentaron introducir en la Resolución 1441 la frase “uso de todos los medios necesarios”, sin éxito. En el texto final de dicha Resolución tan solo se le advierte a Irak que, en caso de continuar con su incumplimiento a las sanciones impuestas, se vería enfrentado a “serias consecuencias”. Por lo anterior, debía entenderse que, previo a cualquier operación militar, era necesario un nuevo pronunciamiento del CS que expresamente lo autorizara.
Pese a lo anterior, el 20 de marzo de 2003, EEUU y el Reino Unido dan inicio a la intervención militar en Irak con la operación denominada “Nuevo Amanecer”. Pese a que la Resolución 1441 no les había otorgado la autorización para tal actuación, recurren a la teoría de las “resoluciones encadenadas”, a la luz de la cual se reivindicaba la supuesta vigencia de la autorización contenida en la Resolución 678, con la cual se había iniciado la intervención militar de 1990 (Sáenz de Santamaría, 2003, p. 210).
A pesar de lo cuestionable de la actuación descrita, el CS no solo no emitió ningún pronunciamiento reprochándola o cuestionándola, sino que el 22 de mayo de 2003, dos meses después de iniciada la intervención militar, expide la Resolución 1483, mediante la cual se concede a los EEUU y al Reino Unido lo que se les negó antes de la guerra, pues se les reconoce a ambos estados la autoridad de “potencias ocupantes” (Gutiérrez E., 2003, p. 81).
Luego de lo anterior, el 16 de agosto de 2003, el CS expide la Resolución 1511, mediante la cual autoriza “una fuerza multinacional bajo mando unificado” e insta a los Estados miembros a que presten asistencia, “incluso fuerzas militares” (Consejo de Seguridad, 2003).
Nótese que ni la Resolución 1483 ni la 1511 hacen la mínima mención a las cuestionables actuaciones de EEUU y Reino Unido, que debieron ser consideradas carentes de licitud; por el contrario, estas resoluciones terminan legitimando tales actuaciones “ex post facto”, autorizando así una operación militar meses después de ser iniciada. Tal como lo señala Bennis (2003, p. 2), estas actuaciones del CS fueron una “bofetada” para el secretario general Kofi Annan, quien había mostrado una mayor determinación para encarar el papel de EEUU en la Organización de las Naciones Unidas.
CONCLUSION
La posición del CS y la expedición de las Resoluciones en comento, que terminaron legitimando una operación adelantada por EEUU y el Reino Unido que debió ser condenada y objeto de diversas sanciones, por haberse adelantado sin su autorización expresa, solo es una muestra del músculo político que tienen ambos estados, no solo en el propio CS, sino también al interior de la ONU.
Se deja entonces un pésimo mensaje para los estados miembros de la Organización y para la comunidad internacional, pues lo ocurrido demuestra que estas potencias no se autoperciben como obligadas por las reglas del Derecho Internacional que ellas mismas ayudaron a construir, sino que consideran que pueden realizar las actuaciones que crean necesarias, sin autorización ni consecuencia alguna, pues poseen el poder político suficiente para, incluso, legitimar sus actuaciones tiempo después de ejecutadas.
Ese mensaje se encrudece aún más, si se considera el hecho de que nunca se logró encontrar las armas de destrucción masiva que fueron el aparente objeto de incumplimiento de Irak a sus obligaciones con la comunidad internacional.
Cabe la pena cuestionarse entonces, ¿Qué ocurriría si cualquier otro estado hubiera realizado una operación militar en territorio extranjero, valiéndose de la teoría de las “resoluciones encadenadas”, o simplemente sin una autorización expresa por parte del CS?
ALGUNOS DATOS RELEVANTES DE LA GUERRA DE IRAK
Según el entonces presidente de EEUU, George Bush, el objetivo de dicha incursión militar fue: “despojar a Irak de armas de destrucción masiva, finalizar el apoyo de Saddam Hussein al terrorismo y liberar al pueblo iraquí” (Rodríguez González, 2007, p. 489).
Al inicio de la operación militar los entonces presidentes Álvaro Uribe, de Colombia, y José María Aznar, de España, fueron los únicos dirigentes que expresaron abiertamente su apoyo a EEUU (Villalobos, 2008, p. 162).
La mayoría de los Estados de la comunidad internacional se mostró en total desacuerdo con la guerra en contra de Irak (Villalobos, 2008, p. 163).
Las fuerzas armadas de EEUU invadieron Irak con más de 460.000 soldados, apoyados por 46.000 tropas del Reino Unido y seguidos en la fase de ocupación por 2.000 de Australia, Polonia, España, Portugal y Dinamarca (Duarte Valdivia, 2020).
Se estima que 2,4 millones de personas fallecieron durante el total de la ocupación (Duarte Valdivia, 2020).
En 2007, el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) informó que casi 2 millones de iraquíes habían huido principalmente a Jordania y Siria, mientras que otros 1,7 millones fueron desplazados dentro del país (Duarte Valdivia, 2020).
A 2 de agosto de 2010, EEUU había gastado más de 800 mil millones de dólares, convirtiéndose así en el segundo conflicto más caro de la historia del país, sólo detrás de la Segunda Guerra Mundial (Duarte Valdivia, 2020).
Fuente: https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Guerra_de_irak.jpg
Autor: David7178412
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
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