El juego de poderes y la deuda griega: Economía, posturas y cambios en la Unión Europea

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Por
Cristhian Andrés Martínez Cuesta
Fernando Mazo Puerta
Camilo Trujillo Sarmiento


Para nadie es un secreto la preocupante situación monetaria por la que atraviesa el país heleno. Tener una deuda pública de 315.509 millones de euros, o el equivalente al 176,00% del PIB no es nada envidiable, y más cuando dentro de los criterios de convergencia de la Unión Europea (UE) se estipula que el monto de deuda pública no puede superar ni siquiera al 60% del PIB.

En torno a esta preocupante coyuntura se ha venido plasmando un interesante juego de poderes y movidas políticas y económicas que denotan el acontecer de la Comunidad Europea como bloque, dejando entrever sus fallas, expresiones populares, transformaciones y hasta posibles caminos a seguir.

Actualmente se ha venido desarrollando una serie de diálogos entre el Primer Ministro griego, Alexis Tsipras, y los altos funcionarios de los diferentes países pertenecientes a la zona euro, con el fin de buscar una salida a la coyuntura actual. Dos posturas han sido fijadas claramente: la primera, busca flexibilización en las condiciones de pago; y la segunda, busca el cumplimiento frente a las reformas de austeridad pactadas por el anterior gobierno de Grecia.

Quienes piden cumplimiento a las reformas de austeridad

Cabe resaltar que la UE no está actuando primariamente en forma de bloque, sino más bien en forma unitaria según los intereses económicos y políticos propios de cada Estado miembro. Así, por ejemplo, en el caso de Alemania se evidencia una fuerte oposición a que se modifiquen las condiciones que actualmente rigen la deuda griega. Claramente, este país ha sido uno de los más beneficiados económicamente con la creación de la UE desde 1993. Sin duda alguna, la Primera Canciller Angela Merkel busca evitar el peligro de inestabilidad financiera que pueda devastar a la eurozona, por medio de estrictos planteamientos frente a los países indisciplinados fiscalmente.

A la par de Alemania, España y Finlandia se unen a esta voz. Los intereses políticos de estos dos últimos Estados se encuentran supeditados a los procesos electorales que ambos presenciarán próximamente. No es de extrañar que su posición dependa mucho de generar en sus electores confianza en pro de la Comunidad Europea. Tal como lo dicen los políticos fineses, una nueva extensión del rescate para Grecia podría aumentar los movimientos en contra de la UE durante las siguientes votaciones. Tal lujo no se lo pueden dar ni el país nórdico ni el ibérico, cuyos montos de deuda representan el 58,10% y 96,40%  del PIB, respectivamente.

La postura helena

El actual dinamismo social de Grecia, materializado en las recientes elecciones que produjeron un cambio de gobierno, al elegir al máximo representante de la izquierda; ha llevado a que se puntualice un viraje en las políticas del país.

-Ajustes estructurales: El pasado domingo 8 de febrero, el Primer Ministro Alexis Tsipras, expuso su plan de gobierno ante el Parlamento, en el cual está plasmada una serie de lineamientos que será el eje principal para sacar a Grecia de la actual crisis económica.

Estas acciones van encaminadas en dos direcciones: la primera, en una ayuda para la comunidad más afectada por la crisis económica. Se busca suministrar energía eléctrica gratuita, garantizar un acceso pleno a la sanidad, dadas las condiciones precarias de salud en el país, donde 1 de cada 3 habitantes no tienen acceso a este servicio básico, la ayuda alimentaria a la población vulnerada y el aumento gradual del salario minino hasta 750 euros mensuales.

Por otra parte, habrá una serie de reformas a nivel administrativo, entre ellas: la recontratación de funcionarios despedidos injustamente, a su vez, la reducción de un 30% del personal de la sede del gobierno y un 40% de los escoltas del primer ministro, la venta de 1 de los 3 aviones del gobierno, entre otros.

-Fuentes de financiación y la reforma tributaria: Se estima que la implementación de estas políticas tiene un costo de 2.000 millones de euros, los cuales serán obtenidos de la lucha contra la evasión de impuestos, el clientelismo y la corrupción.

Una de las principales armas será una reforma tributaria que será establecida a mediano plazo, en la cual tanto personas como empresas contribuirán dependiendo de sus capacidades. Al mismo tiempo será abolido el impuesto sobre la primera vivienda y, en cambio, será implementado uno que grave las grandes propiedades. Además, señala el Primer Ministro que se hará una investigación a nivel parlamentario para establecer quiénes son los responsables por la actual situación del país.

Tsipras recalca la obligación histórica que tiene de exigir una reparación por parte de Alemania (uno de los principales acreedores de Grecia) por el  “préstamo que los nazis obligaron al país a realizar, y que nunca fue pagado” menciona Tsipras.  Préstamo que hoy en día se estima en la suma de entre 7.000 y 11.000 millones de euros, de acuerdo con el parlamento Heleno.

-La renegociación de la deuda: Actualmente el gobierno griego se estará reuniendo con sus principales acreedores para llegar a acuerdos mediante los cuales pueda aliviarse esta crisis. Uno de los principales temas de la negociación es la financiación de un “crédito puente” que permita al país encargarse de necesidades de crédito a corto plazo, mientras se dan soluciones a largo plazo. Se prevé que la ayuda será hasta agosto.

La primera de estas reuniones no dio resultado alguno. El editor de la BBC para Europa señala que ni siquiera discutieron propuestas en detalle. No obstante, el Ministro de Finanzas de Grecia, Yanis Varoufakis, agrega que tiene esperanza de que se pueda llegar a 
un acuerdo.

La intención de Grecia es clara, lograr con el crédito puente seguir avante hasta septiembre, sin pedir una extensión del programa que actualmente rige, ya que esta última opción representaría seguir bajo la lógica actual de austeridad, que según el nuevo gobierno griego, es la responsable de varios problemas al interior del país, y de recrudecer otros desde el 2009. Tal contexto, ligado a la escena internacional, apunta a redescubrir el lado oscuro de los bloques económicos. La sociedad griega se levanta ante la Unión Europea para decir basta a las políticas de austeridad impuestas por la troika (grupo de decisión formado por la Comisión Europea, Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional) que busca que Atenas prorrogue el programa y lleve a cabo las reformas pactadas.

Alemania y sus socios políticos deben saber calcular la situación. Tan solo el hecho de poder perder a Grecia como uno de los miembros de la UE emite un mensaje negativo a los países con problemas dentro de tal organismo, y a la comunidad internacional. Sin embargo, Tsipras y Merkel se ven dispuestos a cooperar, según se mostró en la reunión sostenida por los dos mandatarios en la cumbre de Bruselas, el jueves 12 de febrero. Una renegociación de la deuda es factible.

La movida política en Europa

Es preciso que Merkel y otros mandatarios europeos quieran poner orden en la casa. El sueño de una Europa unida y próspera después de la Segunda Guerra Mundial no puede verse derrumbado por el imprudente y desvergonzado manejo económico que algunos mandatarios de turno han ejercido en ciertos países. El completo asistencialismo en el que estuvo Grecia por cuenta del sector público ha estado pasando factura en los últimos años y ha generado duras condiciones de austeridad para los habitantes de dicho país.

Ello ha suscitado malestar en la población y ha hecho crecer movimientos ultraderechistas y euroescépticos que buscan en la UE al culpable. Estos movimientos, representados en Grecia principalmente por el partido Amanecer Dorado, han traspasado fronteras. En Francia se encuentra al altisonante Frente Nacional de Marine Le Pen, en el Reino Unido al Partido de la Independencia, y en Alemania al Partido Nacional Democrático (NPD), entre muchos otros en Europa. Incluso, todavía levanta temor el movimiento Pegida, de sesgo nacionalista radical, racista e islamofóbico, que incluso ha llegado a evocar las peores épocas del sentimiento nazista.

A mediados del 2014 Europa temía el azoramiento de grandes fracturas para la Unión. La Unión Europea estuvo en alerta máxima frente a la aparición de nuevos nacionalismos y la obtención de gran cantidad de votos de los partidos de ultraderecha y euroescépticos en las votaciones parlamentarias. Sin embargo, en los últimos escenarios políticos se ha visto emerger una masa de ciudadanos que, si bien comparten el inconformismo de partidos nacionalistas de ultraderecha, tienen condiciones que los hacen totalmente diferentes a estos. Y es que no son netamente anti-integracionistas ni tienen sesgos tan radicales. Quizá el recuerdo de disgregación de la Segunda Guerra Mundial perviva en sus mentes y sean más temerosos a este.

En estos momentos dentro de la nuevas corrientes políticas alternativas, no son los partidos de ultraderecha los que abarcan más titulares en la prensa, sino los partidos de izquierda que recogieron ese sentimiento de inconformidad propio de movimientos como Occupy Wall Street o Indignados. Un claro ejemplo de ello lo son Syriza, partido del Primer Ministro Alexis Tsipras; y Podemos, movimiento español liderado por Pablo Iglesias, que promete hacer un revolcón en las legislativas del presente año, distanciado en cantidad de puestos electorales obtenidos a los partidos tradicionales del país Ibérico. Claramente la población europea pide cambios.

Así pues, la UE pasa por una marea de dinámicas políticas, sociales y económicas de gran magnitud. Solo resta ver qué curso va cogiendo este incandescente asunto que explotó en la crisis del 2008. Es necesario esperar el resultado de las negociaciones entre Merkel y Tsipras. Y, por último, falta ver la respuesta de la población Europea frente a movimientos como Podemos o el Partido Syriza; o frente a otro estilo de actores más radicales como el encarnado por Marine Le Pen. Europa ciertamente está abierta a un abanico de posibilidades y acontecimientos políticos.

El panorama actual.

Como resultado de las negociaciones entre Grecia y sus acreedores, principalmente Alemania, el viernes 20 de febrero se llegó a un acuerdo en el cual al país heleno se le extiende el programa de asistencia financiera, bajo la condición de que presentará a sus acreedores un informe sobre las reformas económicas que piensa implementar.

La posición de Alemania aún sigue en caminada a la preservación de las políticas de austeridad en la región. No obstante, sorprende que el 27 de febrero haya aprobado el plan de medidas económicas presentado por Grecia, permitiendo así que el país heleno dé su primer paso para salir de la crisis económica.

CIBERGRAFÍA


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