RESPONSABILIDAD DEL ESTADO POR VIOLACIONES AL DIH: ESTADOS UNIDOS, FRANCIA Y REINO UNIDO IMPLICADOS EN EL CONFLICTO DE YEMEN

Por
Valery Natalia Arboleda Gómez
Lina María Pupo Montes
(estudiantes del curso de Derecho Internacional Público en la UdeA)


Yemen, uno de los países árabes más pobres del mundo, hace más de cinco años viene sufriendo una sangrienta guerra civil que ha ocasionado terribles hambrunas y continuos combates. Todo inició en la primavera árabe de 2011, cuando el presidente Alí Abdullah Saleh se vio obligado a dejar el poder en manos del vicepresidente, Abdrabbuh Mansour Hadi. Se suponía entonces que esta transición traería estabilidad a la región, pero el nuevo presidente se vio enfrentado a continuos ataques de parte de Al Qaeda, a la corrupción, a la inseguridad alimentaria, y además a que muchos militares seguían siendo leales a Saleh. Finalmente, en el año 2015 los rebeldes se tomaron la capital de Yemen, Sanaa, forzando a Hadi a irse al exilio, lo que provocó que Arabia Saudita, apoyada por Estados Unidos, Reino Unido y Francia, lanzara ataques aéreos en la región con el fin de restaurar el gobierno de Hadi (BBC News Mundo, 2018).

Mapa político de Yemen con la capital Sanaa, las fronteras nacionales y la mayoría de las ciudades importantes

Fuente: https://es.dreamstime.com/mapa-pol%C3%ADtico-de-yemen-image103386216

Actualmente las tropas de la coalición están asentadas en el sur del país, donde se estableció de forma temporal el gobierno de Hadi.  Desde el lugar, militantes yihadistas de Al Qaeda y grupos del Estado Islámico han aprovechado el caos para tomarse el sur del país y perpetrar ataques letales. Por su parte, los hutíes miembros de un grupo rebelde también conocido como Ansar Allah (Partidarios de Dios), surgieron a principios de la década de los noventa como un movimiento político-religioso en la gobernación norteña de Saada, y en 2004 se declararon en rebelión contra el Gobierno central, opositores al presidente  Saleh, quien en 2009 desató contra ellos una gran operación bélica sin conseguir derrotarlos (CIDOB, 2015).  Al momento no han sido expulsados de Sanaá, logrando mantener en asedio la ciudad de Taiz, desde donde disparan cohetes hacia Arabia Saudita (La Nación, 27 de marzo de 2015).

Lo anterior ha creado un paisaje devastador en la región, que, según la Organización de Naciones Unidas en un informe del año 2019, ha sido resultado de la complicidad de países como Estados Unidos, Reino Unido y Francia, por cuanto estos son los responsables del suministro de armas y apoyo logístico a la coalición, contribuyendo al sufrimiento y a la hambruna de la población civil de Yemen. “Estos países son los mayores vendedores de armas a Arabia Saudita y a Emiratos Árabes Unidos, líderes de la coalición que lucha contra el movimiento hutí que controla la capital yemení” (BBC News Mundo, 4 de septiembre de 2019).

El informe de la ONU señala que las violaciones contra los civiles yemeníes continúan sin cesar tras más de 6 años de conflicto, evidenciando una falta total de acción internacional para exigir responsabilidades a las partes del conflicto; por ello afirman que la comunidad internacional tiene que dejar de hacerse la de la vista gorda ante estas violaciones, pues los países terceros están obligados a adoptar todas las medidas necesarias que garanticen el respeto al derecho internacional humanitario. Además, afirman que existe una falta de responsabilidad generalizada, por cuanto son múltiples los actores involucrados en un conflicto que ha despreciado los derechos de la población yemení, incumpliendo con su obligación de garantizar el respeto al derecho internacional humanitario, pues tanto los  gobiernos de Yemen, Arabia Saudita y Emiratos Árabes Unidos, como los hutíes y comités populares afiliados, han cometido toda clase de violaciones a los derechos humanos del pueblo yemení, considerándolo como una de las crisis humanitarias más grandes del mundo según datos de la ACNUR publicados en el año 2018 (BBC News Mundo, 4 de septiembre de 2019). Igualmente, Amnistía Internacional asegura que todas las partes del conflicto han cometido graves violaciones al derecho internacional humanitario:

La coalición encabezada por Arabia Saudí ha llevado a cabo numerosos ataques aéreos indiscriminados y desproporcionados en zonas civiles: han alcanzado viviendas, escuelas, hospitales, mercados, mezquitas, bodas y entierros (..) las fuerzas huzíes han bombardeado indiscriminadamente zonas civiles y han utilizado armas poco precisas. (Amnistía Internacional, 2019)

Asimismo, los atropellos detallados en el informe incluyen asesinatos; desapariciones forzadas; detenciones arbitrarias; violencia de género; violencia sexual; tortura y tratos crueles, inhumanos o degradantes; reclutamiento y uso de niños en las hostilidades; negación del derecho a un juicio justo; y violación de los derechos económicos, sociales y culturales (ACNUDH, 2019, p. 6).

Por su parte, el protocolo II, relativo a la protección de las víctimas de los conflictos armados sin carácter internacional,  que realizó algunas modificaciones e introdujo nuevos instrumentos a los convenios de Ginebra del 12 de agosto de 1949, consagra una serie de disposiciones para la protección de las víctimas que, a la luz del informe de la ONU mencionado anteriormente, han sido vulneradas, pues se atenta contra comunidades religiosas, se realizan torturas, además de desapariciones a activistas, periodistas y civiles en general, violando así el principio de distinción entre combatientes y no combatientes del derecho internacional humanitario; así como el artículo 13 del título IV,  referido a la obligación de proteger a la población civil, y los artículos 14 y ss. del mismo instrumento. De igual manera, las garantías fundamentales del artículo 4, título II, sobre el trato humano, están siendo vulneradas.

La comunidad internacional tiene la responsabilidad de poner fin a esta pandemia de impunidad y de no hacerse disimulada frente a las violaciones graves que se han cometido en Yemen. Después de años de documentar el saldo terrible de esta guerra nadie puede decir que no sabía lo que estaba pasando en ese país. La rendición de cuentas es clave para garantizar la justicia al pueblo yemenita y a la humanidad. (Noticias ONU, 9 septiembre 2020)

La complejidad de este conflicto, como la mayoría de los conflictos de este tipo, se debe a los actores ocultos o indirectos, puesto que detrás de esta guerra convergen diferentes poderes políticos. Por un lado, Arabia Saudita e Irán:  El primero ha tenido problemas con Yemen desde la formación de ambos Estados, cuando se apoderó de Assir, y más tarde de Najran y Jizan, apoyando entonces a los Suníes; y la protección del gobierno del ex presidente Hadi, en la disputa contra los hutíes. Por otro lado está Irán, quien espera extender a los chiitas a otros territorios arábigos, y no precisamente con fines religiosos, -que también son parte de su objetivo por la cantidad de chiíes que se encuentran en la península arábiga-, sino además, por los yacimientos petroleros que allí se encuentran (Cobo, 2017, p. 173). Este panorama es básicamente otra fracción de la compleja disputa entre Sunitas y Chiitas que azota al Medio Oriente.

Así mismo, se ha discutido acerca de la presencia de otros países externos a los intereses en disputa, como Estados Unidos, Reino Unido y Francia, que como se ha mencionado anteriormente, han establecido alianzas y coaliciones estratégicas para desactivar uno y otro bando. Estados Unidos, por ejemplo, ha implementado sus políticas de guerra bajo los presupuestos de Contra–Terrorismo, disuasión de la agresión y proyección de poder.  Ha desarrollado una compleja estrategia que ha incluido nuevas formas de guerra indirecta, inclusive con el uso de drones; un nuevo organigrama bélico al que se le atribuyó el derrocamiento del régimen talibán en la operación Libertad Duradera o Enduring Freedom, en 2001 (Correa, 20015, p. 28).

Países como Estados Unidos, Francia y Reino Unido, que a partir de la primavera árabe empezaron a abrirse un lugar importante en el juego de la guerra en el Medio Oriente, a través de políticas militares estratégicas para el acaparamiento de zonas petroleras, también son cómplices de esta guerra, como principales vendedores de armas y material militar a Arabia Saudí. Y aunque hace 6 años está en vigor el Tratado Internacional sobre el Comercio de Armas que impone estrictas normas a las transferencias internacionales de armas, es un comercio que sigue en aumento, y continúa alimentando abusos contra los derechos humanos,

Esto se debe a que algunos de los mayores exportadores de armas, como China, Rusia y Estados Unidos, no han ratificado el tratado. E incluso hay países que han ratificado el tratado y no lo cumplen, y transfieren armas y municiones a lugares donde existe el peligro de que se utilicen para cometer violaciones graves del derecho internacional humanitario, incluidos posibles crímenes de guerra (Amnistía Internacional, 2019).

Por otra parte, Casanovas y Rodrigo describen con precisión los fenómenos que emergen de estas nuevas estrategias de guerra, definiendo este escenario bélico desigual, cuando aducen que:

La desigualdad entre las partes en los conflictos armados, en unos casos enfrentando a Grandes Potencias contra Estados de tipo medio, en otros dando lugar a luchas entre gobiernos y grupos minoritarios armados o entre guerrillas ha dado lugar a nuevos métodos de combate de crueldad inusitada (Casanovas & Rodrigo, 2018 p. 485).

Así las cosas, el contexto geopolítico de Yemen muestra un panorama desalentador, incluso al interior de organismos como el Consejo de Seguridad de la ONU, que “recomendó a los países miembros de la organización el abstenerse de intervenir, y exhortó —sin éxito— a buscar una solución pacífica en el marco de una iniciativa del Consejo de Cooperación del Golfo.” (Ferreruela, 2018, p. 165)

Por otra parte, la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas  para los Derechos Humanos (ACNUDH), creada en 1993 mediante resolución 48/141, quien obra según la Declaración Universal de Derechos Humanos, y por supuesto la Carta de las Naciones Unidas, junto con el Secretario General de la ONU, emitieron un informe sobre la situación de los derechos humanos en el Yemen (A/HRC/33/38) que inicia diciendo que, en virtud de que Yemen es parte de 7 de los 9 tratados básicos internacionales “está obligado a respetar, proteger, y hacer efectivos los derechos humanos de las personas bajo su jurisdicción.” (ACNUDH, 2016, p.4)

Continua dicho informe exponiendo varios hallazgos realizados por una Comisión Nacional de Investigación,  en torno a la situación que enfrenta el Estado de Yemen, sobre ataques que han alcanzado zonas residenciales, mercados, infraestructura pública y privada, entre otros (ACNUDH, 2016, p. 7 y ss.) y termina con algunas recomendaciones por parte de la Alta Comisionada Michelle Bachelet: A todas las partes en el conflicto, a respetar los principios del Derecho Internacional Humanitario; al Estado de Yemen, a: “Adherirse al Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional y promulgar la legislación nacional pertinente” (p. 23); y finalmente realiza un llamamiento a la comunidad internacional:

En vista de la gravedad de las denuncias de violaciones del Derecho Internacional Humanitario y de violaciones e incumplimiento de las normas internacionales de Derechos Humanos, y en ausencia de mecanismos nacionales de rendición de cuentas sólidos y eficaces que cuenten con el apoyo de todas las partes interesadas, así como de las dificultades con que tropieza la Comisión Nacional de la Investigación, establecer un órgano de investigación internacional e independiente para realizar investigaciones exhaustivas. (ACNUDH, 2016, p. 24)

Para concluir, la situación en Yemen es una guerra sistemática que se ha manifestado a lo largo de los años, con posterioridad a las dos guerras mundiales, y con la creciente presencia de organizaciones no-estatales violentas o terroristas, como Al-Qaeda, el Estado Islámico, los Talibanes, Hezbollah, entre otros. Todos estos grupos se han fortalecido a partir del apoyo de algunos Estados para conseguir intereses comunes, desestabilizando fuertemente las bases económicas, sociales, culturales, políticas y ambientales del país, que sufre las consecuencias de la guerra.  Así mismo, podemos evidenciar a través de los informes de la ONU y de la bibliografía estudiada, a partir del caso concreto analizado, como tras seis años de conflicto armado en Yemen las partes del conflicto y terceros como Estados Unidos, Francia y Reino Unido continúan violando las normas internacionales, especialmente las relativas al derecho internacional humanitario y al derecho internacional de los derechos humanos, sin que haya rendición de cuentas para estos.


BIBLIOGRAFÍA

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