Por
Stephanie Montoya González
Recuento del 2014 Ucraniano
En 2014 una serie de eventos acaecidos en Ucrania situaron al Estado Euroasiático en el centro del debate, comento, discusión e intervención (con las críticas que ello merece) de toda la Comunidad Internacional.
Con una ola de sucesos y revueltas civiles prorrusas de tinte bélico que luego se denominarían el “Euromaidán”, Ucrania empezaría a vivir oficialmente a inicios de la pasada anualidad la que puede tenerse por la primera guerra civil en este Estado desde su creación con la desintegración en 1991 de la Unión Rusa Soviética.
El conflicto interno estalla con el movimiento prorruso independentista que, de un sentir separatista de antigua “cocción”, empieza a exteriorizarse a través de la movilización de distintos sectores sociales, políticos, religiosos e insurgentes, en la capital ucraniana: Kiev, pero que tienen como propósito final la escisión de:
- Por un lado la Península de Crimea, ubicada estratégicamente entre el Mar Negro y el Mar de Azov en el sur de Ucrania, colindante náutico-estratégicamente con Rusia. Territorio autónomo que había sido cedido a Ucrania durante en 1954 por la Unión Soviética. Separación efectivamente lograda en marzo del 2014 como resultado inicialmente de una disputa militar tras la cual se autoproclama aquella como República de Crimea. Acción legitimada posteriormente por referendo democrático llevado a cabo en la península, del cual resultó la decisión de anexionarse a la Federación Rusa como “Sujeto federal de Crimea”. Crimea a lo largo del conflicto afirma reiteradamente que sus pretensiones son el cese de la intromisión de países extranjeros y de la OTAN en territorio ucraniano.
- Y por otro lado, al Este ucraniano, punto limítrofe igualmente con aquella Federación, la movilización, protesta y manifestación social busca la independencia de los Estados Federados Ucranianos (óblasts) de Lugansk y Donetsk. Los cuales a pesar de la fuerte intervención coercitiva de las fuerzas militares ucranianas logran del mismo modo que se produce la anexión de Crimea a Rusia, a través del mecanismo del referendo (10 y 11 de mayo de 2014, respectivamente) legitimar la independencia estatal y secesión como Repúblicas Populares independientes autoproclamadas en los territorios de los dos óblasts ucranianos. Naciendo con ello, no sólo un par Estados autónomos e independientes (autoproclamados), fronterizos entre ellos, de la Ucrania de la que se secesionan y la Rusia que apoya y convalida política y militarmente dicha escisión; sino también conformando entre ellas la Confederación Unión de Repúblicas Populares o Estado Federal de Nueva Rusia.
Nos centraremos especialmente en la elaboración de esta nota informativa en el panorama actual de este último conflicto. Sin obviar que ambas situaciones, y en general todo el suceso del “Euromaidán”, tienen razón de ser en el histórico conflicto interestatal entre Ucrania y su vecino fronterizo al Este: Rusia.
(Para ampliar esta información ver el informe elaborado por Juan David Franco Daza, estudiante del curso de Derecho Internacional Público en la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas de la Universidad de Antioquia en 2013, disponible en: http://laimportanciadeserjuan.wordpress.com/2014/03/25/informe-rusia-vs-crimea/, así como las entradas del blog: “Crimea: Una herida abierta desde 1954” y “¿Y después de la anexión de Crimea a Rusia qué? Situación actual de Ucrania”)
Como era de esperarse, la respuesta del Gobierno de Ucrania se encargó de perpetuar a lo largo del año el enfrentamiento armado entre separatistas rebeldes y las fuerzas militares estatales, lideradas por un nuevo Gobierno ucraniano de ideología Occidental, cuya postura es sentar resistencia a la independecia de los territorios de sus dos provincias.
Fue así como entre los estados europeos se empezó a consolidar la conclusión según la cual el conflicto se explica por la invasión abiertamente ilegal por parte de Rusia al territorio de un Estado soberano, expresada en el préstamo efectivo de apoyo militar en armamento y tropas a los rebeldes de Donetsk y Lugansk. Lo cual ha repercutido en una crisis violenta que según las cifras oficiales a octubre de 2014 dejaba un saldo de más de 4.000 muertos en territorio del este ucraniano[1], donde el combate se volvió frecuente e inclemente.
A lo largo del 2014 el discurso común entre los Estados Occidentales europeos y americanos tildó fuertemente a la Federación Rusa de intervención militar ilegal en el territorio soberano de otro Estado igualmente soberano y miembro de la comunidad internacional. De igual manera, la Procuraduría General Ucraniana catalogó a las nuevas Repúblicas Independientes, y con ellas a los líderes rebeldes, como terroristas, e instó al no reconocimiento internacional de los nuevos Estados ni de la Confederación que conforman.
Aunado a esto, se acusó a mediados de 2014 a los líderes independentistas de los Estados nacientes de Donetsk y Lugansk, apoyados por el gobierno ruso, de ser responsables del derribo del avión MH17 de la Aerolínea Malaysia Airlines[2] en el este ucraniano, en el cual murieron 298 pasajeros, en su mayoría de nacionalidad Holandesa. Acusación a la que los separatistas prorrusos respondieron atribuyendo el incidente a un misil disparado por órdenes del gobierno de Kiev. Tragedia que activó los radares de los Estados europeos que, como Holanda, se habían mantenido al margen del conflicto, dando pie esto a una investigación que involucra la Responsabilidad Internacional de ambas partes. Investigación que aún no ha presentado informes y se esperan para inicios del segundo semestre del 2015.
Con noticias de fuertes enfrentamientos, combates y bombardeos, tomas y recuperaciones de territorio por ambas partes del conflicto, intentos de bloqueos aeroportuarios por parte de los rebeldes en Donetsk, acusaciones a la milicia ucraniana de violentar el Derecho Internacional Humanitario y al Gobierno Ruso de estar detrás de la ofensiva rebelde en Ucrania, crecientes tensiones entre los estados europeos por las sanciones aplicadas y las correlativas respuestas del gobierno ruso de detener las importaciones de productos de su vecino el Estado Ucraniano; el panorama se mostraba desolador y desesperanzador para la gestión y resolución de la que se ha reconocido ampliamente es la mayor crisis de seguridad que ha estallado en la región desde la Guerra Fría, que terminó en 1989.
Sin embargo, y como una pequeña luz de esperanza, en Septiembre de 2014, por misiva de la Unión Europea, se empezó a hablar del cese al combate y la posibilidad de detener la guerra interna y con ello la producción alarmante de víctimas del conflicto. Promocionado por la OSCE,[3] se empezó a hablar de la posibilidad de llegar a un acuerdo de paz. Así, como resultado de reuniones de los altos mandatarios de las partes en conflicto en la capital de Bielorrusia: Minsk, surgió como resultado de las conversaciones: el “Protocolo de Minsk”, en el cual Ucrania, Rusia, y las Repúblicas Populares autoproclamadas de Lugansk y de Donetsk acordaban poner fin a la guerra en el este de Ucrania.
El Acuerdo de 12 puntos estableció una provisional división fronteriza e implementó la orden de cese inmediato del fuego.Sin embargo, y a pesar de lo acordado, a los pocos días el combate se retomó en las zonas en disputa violándose el Acuerdo, el cual sin embargo sentó precedente sobre la posibilidad de buscar solución no beligerante al conflicto.Con las bilaterales acusaciones de violación a los acuerdos del protocolo de Minsk por ambas partes en disputa, y las justificaciones que para ello argüían las partes, entró la mesena final del año. Sin embargo, finalizando el 2014, se reactivó el dialogo al decidir intervenir como voceros de la Unión Europea los altos mandatarios de Alemania y Francia, proponiéndose entonces una vía de la mediación que prometía un 2015 más próximo a la paz.
2015 de Sinsabores e Ilusiones
Con el absoluto incumplimiento y violación del protocolo de Minsk y del cese al fuego, el año inició con fuertes enfrentamientos en los antes óblasts ucranianos del este. Para mediados de enero, Kiev reportó el ingreso de dos grupos de uniformados rusos conformados por 700 soldados de la Federación vecina al territorio ucraniano. Según las últimas estimaciones hechas por el gobierno ucraniano, más de 8.500 soldados del ejército ruso se encontraban presentes en el este separatista para esa fecha.
Simultáneamente el cruce de fuego se incrementó sin haber llegado febrero, como consecuencia de las acciones de las tropas ucranianas que para el 20 habían logrado reclamar el territorio del aeropuerto de Donetsk, que había sido tomado en las últimas semanas por órdenes de los líderes de las no reconocidas Repúblicas de Donetsk y Lugansk, incumpliéndose con ello las líneas militares de separación establecidas en los 12 puntos del primer Acuerdo de Minsk de septiembre de 2014.
A la vez que ello ocurría, los separatistas prorrusos iniciaron con considerable éxito la acometida para ocupar la ciudad de Debaltseve que les daría acceso a un nudo ferroviario estratégico para conectar las Repúblicas Populares rebeldes. Para finales de enero las tropas ucranianas que respondían al ataque se encontraron rodeadas y atrapadas en Debaltseve.
Así, el número de muertos (civiles y combatientes) reportados por las partes enfrentadas creció en el primer mes de la nueva anualidad, arrojando a diario espeluznantes números de 2 cifras, subiendo además a los cientos la estadística de víctimas y probando ello que el alto al fuego pactado en septiembre de 2014 no trascendía del papel. La cifra arrojada para fin de enero reportaba 5.100 muertes desde el abril de 2014[4].
Sin embargo, los altos mandatarios de Francia y Alemania: François Hollande y Angela Merkel, no desistieron, mantuvieron e incrementaron sus esfuerzos por mediar el conflicto para llevarlo a término de arreglo pacífico. Simultáneamente la Rada Suprema, el Parlamento Ucraniano, votaba por arrasadora mayoría la declaración oficial de Rusia como "Estado agresor", invitando además con dicho pronunciamiento a los parlamentos de los demás miembros de la comunidad internacional: Estados y Organizaciones internacionales, a declarar también al Estado Federado como agresor por su directa participación en el conflicto armado en el este de Ucrania.
Así, con la entrada de Febrero y la intención por parte de los Estados Francés y Alemán de reactivar las conversaciones de paz entre los separatistas, el gobierno de Ucrania, y la Federación Rusa, a la vez que se mantenían los fuertes enfrentamientos, Hollande y Merkel empezaron una gira maratónica de reuniones privadas con Putin y Poroshenko (mandatarios de Rusia y Ucrania, respectivamente), así como con los líderes rebeldes prorrusos de Donestk y Lugansk, con el propósito de acercarlos al diálogo.
Finalmente y tras múltiples especulaciones sobre quién cedería y el dudoso éxito de un segundo Acuerdo, el pasado 11 de febrero de 2015, reunidos nuevamente en la capital de Bielorrusia: Minsk, se presentó por segunda vez un nuevo pacto inicial de paz que tras acaloradas 15 horas de debate entre los altos gobernantes de las partes en conflicto, se firmó estableciendo lo que hoy parece ser una nueva salida pacífica al mismo. Con la desconfianza que genera la firma de un segundo acuerdo, tras el fallido primer protocolo de septiembre en Minsk, el nuevo compromiso estableció un derrotero de 13 puntos, que en resumidas cuentas indica: (1) el alto al fuego inmediato y completo a partir de las cero horas del 15 de Febrero, (2) retiro del armamento pesado de la zona de conflicto, (3) control y seguimiento por parte de la OSCE, (4) discusión sobre el futuro estatus de las regiones enfrentadas, (5) indultos y amnistías para todos los participantes del conflicto[5], (6) Intercambio de rehenes según el principio de “todos por todos”, (7) creación de corredores humanitarios, (8) garantías por parte de Kiev de restaurar las relaciones socioeconómicas, (9) control total sobre la frontera ruso-ucraniana por parte de Kiev, (10) retirada de todas las fuerzas extranjeras de Ucrania, (11) reforma constitucional en Ucrania, (12) celebración de elecciones democráticas locales en las regiones de Donestk y Lugansk y (13) supervisión de los puntos de los Acuerdos de Minsk.
¿Habría que confiar en el acato de este nuevo pacto internacional?, ¿por qué habría de ser diferente con este nuevo decálogo de compromisos?
Con la incertidumbre que empapa la compleja situación y a pesar de haberse presentado enfrentamientos entre prorrusos y la milicia de Kiev en las primeras 48 horas posteriores a la firma del Acuerdo, no resta más que esperar que estemos en la real presencia de la gestión pacífica de un amargo conflicto que más allá de los intereses políticos y económicos que lo impregnan, ha robado las vidas, tranquilidad y la paz de quienes sufren las inclemencias de una guerra civil: las víctimas. Quienes a pesar de residir unos en Ucrania o en las Repúblicas Populares de Lugansk y Donestk, y otros en Rusia o su nueva provincia anexionada: Crimea, sufren por igual. No hay que olvidar que los padecimientos y los horrores de la guerra no distinguen si se habla ruso o ucraniano.
CIBERGRAFÍA
[1] Estimación de la ONU, difundida el 21 de octubre. EL TIEMPO, consultado 12 de febrero de 2015.
[2] Que cubría la ruta entre Amsterdam y Kuala Lumpur.
[3] Organización para la Seguridad y Cooperación en Europa.
[4] Cifra aportada por la OMS para BBC News. Consultado el 12 de febrero de 2015.
[5] Punto que preocupa especialmente a Holanda quien a pesar de lo pactado en la capital Bielorrusa declaró su intención de seguir investigando por responsabilidad internacional a los Estados por el derribo del MH17.
0 comentarios:
Publicar un comentario